Nihilismo: Walter White y Breaking Bad


Técnicamente Breaking Bad (2008, AMC) representa un gran atractivo a la vista , tanto por las tomas arriesgadas que en algún momento fueron el sello característico de cada episodio, al igual que su iconografía y su guión que abre una caja de pandora distinta con cada final de temporada sin caer en la necesidad excesiva de los guionistas y creadores en forzar un shock para captar más espectadores (al estilo Lost) Cada personaje de Breaking Bad hace el rol de un personaje primario con historias y desarrollos paralelos cruciales y complementarios en la odisea de Walter White (Bryan Cranston), en especial, luego de este midseason, a Hank Schrader (Dean Norris), personaje cautivo  que ha estado a la expectativa desde el principio de la serie, y que será crucial en esta dura última temporada de transformación.

 El hombre es y permanece un animal, decía Joseph Goebbels. ¿Por qué iniciar un ensayo citando al ministro de propaganda Nazi? ---Porque es la verdad---

Pocos programas de televisión han utilizado todos los recursos de los que dispone de una manera tan magistral como lo ha hecho Breaking Bad. La serie de la cadena AMC nos agarra de la mano y nos demuestra la caída libre de un profesor de Química, Walter White, en un hueco de violencia y destrucción. Un lugar difícil de dónde salir, y según nos ha mostrado Vince Gilligan, en el caso de Walter, será imposible sin matar a todos los que le rodean. El creador de la serie afirma que el educador siempre ha tenido un vórtice oscuro dentro de sí, el cual ha sido activado por la terrible noticia de un cáncer de pulmón mortal.

Walter White, un hombre que ha sido pisoteado toda su vida, vejado y comandado por diferentes entidades, como sus ex-compañeros de universidad, ahora millonarios, su sobre-protectora esposa y su falsa moral, ha encontrado la excusa perfecta para ser lo que nunca fue: un badass. Para esto se crea un alter-ego, Heisenberg, el de las pelotas, el chef de la metanfetamina, el capo, lo que Walter jamás podría ser. Basta con repasar algunas de sus características one-liners, como la famosa “Stay out of my territory”. Walter White no sufre de personalidades múltiples, es sólo una máscara para poder ser lo que siendo un profesor de bachillerato sobre-calificado no podría ser.

Pero alimentar a su ego viene con un precio altísimo. Jugar al capo del crystal meth le costará caro, a él y a toda su familia. ¿Qué nos puede demostrar esto? ¿Está mal el individualismo? ¿La masturbación ególatra de un solo hombre importa más que a todo lo que le rodea? ¿Es este show una oda, o una advertencia, del nihilismo aterrador que nos depara si todo nos sale mal en un simple día? Vince no responde estas preguntas; nos las deja a nosotros para discutir. A medida que avanza la serie, el espectador (es lo que se espera) debe odiar a Walter White más y más, y sólamente esperar su muerte. No hay redención para él. Es el camino de un hombre hacia un horizonte de horror. Todo terminará mal, pero ¿cómo nos deberíamos sentir al respecto? ¿deberíamos despreciar a Walt? ¿ compadecerle? ¿compadecer a los que le rodean? 

Son preguntas abiertas a un intenso debate, cuyo final se verá el próximo verano, cuando Vince Gilligan, como director, le de punto y final al viaje de uno de los personajes mas polémicos concebidos para la televisión

Breaking Bad (2008):
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Otras Series de AMC:
The Walking Dead
Hell on Wheels 

Calderón con intro de EG: Madre Medusa Volumen II

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