Tener un trabajo, y que te quiera.
Hace no tanto tiempo creía que el
limbo era estar recién graduado y no tener trabajo. Iluso yo. No sabía lo
ingrato de este término y como se aplicaría en mi vida.
El limbo ahora se transmuta tener
entre 26 y 30 años. El #Quéharé. No dejar la comodidad de un ingreso fijo.
Abandonar el nido. Tener una pareja estable o por siempre. Darse cuenta que es
muy tarde para emigrar. Más adelante el limbo será continuo y se llamará crisis
de la mediana edad.
Puedo decir que soy un tipo de
limbos que perdió la capacidad de identificarlos.
Últimamente he visto como los
linderos de la personalidad empiezan a difuminarse cuando te alejas de las
personas que de verdad te entienden, o sientes cierta identidad. De la nada
pasas de estar en un lugar donde intentas rodearte de individuos afines, a otro
donde todos se parecen menos a ti. Las percepciones de ti mismo cambian, y te
cambian. ¿Cómo pase de ser el tipo promedio a ser Tomás el rockerito emo?
¿Cómo pase de ser el desinteresado caballero al regalado mujeriego? Pensé que
eran etapas ya superadas, pero parecen más bien cuestiones que me perseguirán
toda la vida.
Ahora. Mi capacidad de pasar de
ámbito en ámbito también perdió vigencia. El ámbito laboral consume y no avisa.
En todos los sentidos tus actividades se convierten en las actividades del
trabajo. El cansancio y los dolores de espalda te alejan de la actividad
física. La facilidad de socializar solo tomando alcohol con la misma gente hace
el descubrimiento más escaso. Los medios de transporte evolucionan pero las
distancias recorridas son menores.
Es agobiante el aparato laboral
común, excluyo a las empresas modelo que toman al trabajador como más
importante, incluso, que el cliente. Pero eso es arena de otro costal. Existe
un mojón mental, no consigo otra forma de decirlo, de una intocable fidelidad
al empleador por no sé, generarle ganancias exorbitantes con esfuerzo
constante, demandante, y sin quejas retribuido con un sueldo indiscutible, con
el que tienes que estar agradecido hasta el final de las eras, nunca inconforme
–si no quieres que te tilden de desagradecido- por decirlo suavemente.
Hay dos cosas que de verdad
entiendo. Una es la necesidad de la queja. Otra es la necesidad de no atender
la queja. En el medio está el asunto. Los argumentos, y el manejo de cómo,
quizá sin lograr un beneficio metálico adicional, el empleado pueda sentirse
atendido, y motivado a superar ciertas metas para alcanzar el beneficio a
mediano o largo plazo.
Pero no, olvídense. Los
encargados, gerentes, o jefes tienen envenenada la mente con esas doctrinas del
IESA de antaño y, obviamente, la cuota de poder respectiva. Dejando a un lado
iniciativas como Google, y, localmente, Banco Exterior donde el baluarte de la
empresa es tener empleados motivados e identificados con el nombre en la fachada.
Madre Medusa es muy chévere como
iniciativa de un proyecto de vida, pero como esos proyectos de pasión y dolor
cuesta que tome rumbo cuando el sustento económico proviene de otra actividad rutinaria
y desmotivante. Aprecio su paciencia con nosotros. Nosotros perseveramos con
Ustedes.
Entonces, de toda esta inseguridad
dentro de la seguridad laboral de sueldo, cestaticket, utilidades, cómo no
sentirse en un limbo. En promedio, un sueldo de Bs.15000 suma menos de
doscientos mil bolívares anuales, adicionando Sicad I, II, III, devaluaciones, el panorama no es muy alentador.
Y discuto el neto metálico porque es lo único ofrecido. No soy radical.
Hablemos de seguro médico, hablemos de esparcimiento, de beneficios. Es todo.
No tener solo una esposa que medio te quiera, y ni siquiera se acuerde del
aniversario de bodas. Hay que desearlo todo. Sin dejarse inmutar por las
experiencias de un gerente guevon que las sufrió todas para llegar al puesto y,
adivinen, llegó la hora de la venganza. Los tiempos cambian, ese no es mi
problema, cállate y coopera.
Ejemplo, miren esta nomina, es la
misma de hace 20 años. La misma nomina, en los mismos cargos, con los mismos sueldos
ligeramente ajustados a la inflación. Luego de 20 años a dónde vas a ir si la
edad promedio ahora es de 45 años. Están acabados. Quizás fue su primer trabajo
y será el último. Entonces estos empleados inconformes, que realizan su trabajo
a medias, son vistos como la gran familia de trabajadores hermanados que tienen
20 años felices con su sueldito sin queja alguna, pero que por otro lado, en el
mejor de los casos, se caen a caña todo los días porque es su único esparcimiento
laboral, o hasta se caen a golpes por rencillas personales que los supervisores
se hacen los desentendidos.
Y es así, tienes esto y a la vez todos son almas
genuinas de Dios. Buenas costumbres, personal de confianza, nadie roba, nadie
chanchullea, nadie nada. En dos platos, como gerente tienes la nomina soñada
pero ni pendiente.
Entonces el experimento empieza
con dos fases preliminares. Mostrar inconformidad, sin que esto afecte las
actividades de tus compañeros ni las propias. Colocar una fecha límite para que
la situación mejore. Preparar los argumentos que destaquen tu labor en una
lista física, que se pueda presentar ante los jefes.
Claro que hay otro camino más
radical, y es abandonar todo sin más, y estoy seguro de que con tiempo todos
los proyectos personales consiguen su rumbo hasta generar algún tipo de
beneficio. Como dije, no soy un tipo radical. Quien sabe por cuánto tiempo.
Tomás Quintana.
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