La Sopa.
Nuestro padre solía morirse los domingos. Al principio nos
lo tomábamos muy mal: avisábamos al médico, a la funeraria, nos vestíamos de negro, llorábamos… Pero
luego, a fuerza de sustos nos acostumbramos, era su forma de vivir, y entre
muerte y muerte la vida continuó a la espera de sus nuevas muertes. Su
tenacidad para morirse no se debilitaba y una noche, en la cena, en una de sus
muertes más teatrales arrastró a mamá con él. Y eso sí fue serio porque ella,
que no tenía imaginación, hundió la cabeza en la sopa y se murió.
Rosa Pastor Carballo. España.
Relato ganador del II Premio Internacional de Microrelatos "Museo de la Palabra." 2011
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